Hace más de 100 años Ignaz Semmelweis (siglo XIX), demostró por primera vez que lavarse las manos con frecuencia ayuda a prevenir la propagación de las enfermedades.
Las manos son el vehículo más común para transmitir infecciones; por lo que es imprescindible que los niños y adultos entiendan la importancia de lavarse las manos.
El lavado de manos es la práctica de prevención y control de infecciones más antigua, sencilla e importante que debe realizar la población, para minimizar la transmisión de infecciones entre los habitantes de la comunidad.
A lo largo del día las manos entran en contacto con distintas superficies: manijas del colectivo, dinero, alimentos, mascotas, basura existiendo de esta manera la posibilidad de que las manos se contaminen y de esta forma se conviertan en el principal medio para transportar GÉRMENES desde lo que se tocó CONTAMINADO (mascotas, alimentos, basura, tierra, etc...) al alimento que se va a consumir, a los ojos, boca o las demás personas.
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